Cuando decidí prepararme el EIR lo hice porque creía que nuestra profesión podía llegar más allá. Que había un futuro en el que las especialidades de enfermería estarían reconocidas y dejaríamos de valer para todo. Porque confiaba en que las enfermeras que estaban en los altos cargos también querrían lo mismo para nuestra profesión. Porque era imposible pensar que les diese igual nuestra formación y nuestra experiencia. Y, por supuesto, estaba segura de que los sindicatos, los defensores de nuestros derechos, estarían de nuestro lado.
Tenía mil motivos para hacer la especialidad de pediatría y días como hoy, se van todos por la borda.
Y luego pienso en ti, en aquel niño al que cuidé, aquella madre a la que ayudé, aquel padre que confió en mi y aquellas compañeras que me encuentro cada día luchando por esto. Y se me pasan un poquito las ganas de llorar,
pero solo un poquito.
Hace dos semanas nos enteramos de que Osakidetza había decidido eliminar la prioridad por ser especialistas en pediatría en las listas de contratación en estos servicios. Lo que viene ahora es injusto, absurdo y sinsentido. Mientras a su alrededor muchas comunidades van dando pasos hacia delante creando bolsas específicas, haciendo oposiciones propias y trasladando especialistas a puestos de pediatría, País Vasco ha decidido que su prioridad es tener enfermeras que valgan para todo, a las que pueda mover a su gusto por todo el hospital, sin importar la calidad de los cuidados o el trato a sus profesionales.
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