Acuérdate de aquellos castillos de arena en la orilla del mar.
Sí, esos a los que les construías el fuerte más alto para evitar que fuese derribado por las olas. A los que unías las torres más altas y los puentes mas profundos. Esos puentes que escavabas entre dos, uno por cada lado, hasta llegar a tocaros los dedos.
No los olvides, permítete recordarlos de vez en cuando y sal a jugar.
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